viernes, junio 09, 2006

Junio 03, 2006. Cumbre cuesta de Salo, Prov. de Sud Chichas, Dpto. de Potosí, Bolivia.


Ojalá pase el viento pronto, las ráfagas de 60 km/h o más estremecen la carpa y no quiero pensar lo que pasaría si se llegara a rajar el cubretecho. Llegué justo a la cima de la cuesta cuando el viento comenzaba a soplar más fuerte y decidí quedarme aquí, porque el sol ya se estaba yendo y para aprovechar el descenso sin viento de mañana (espero).

A la mañana siguiente el letrero que señalaba el cambio de pendiente estaba en el suelo, eso indica que el letrero era de reciente instalación o que hace tiempo no corría un viento tan fuerte. Anoche pensaba en que quizás le debía haber hecho caso a la "chola" de Salo y haberme quedado en su casa. "Quet vasir hora, ay much vinto pes, quedat nm cas, iot pas na chola paq no pasi frío", y se reía. "La movildad tamen pera q pasl vinto pa seguir, has no friazo allá rriba", y me mostraba el cerro con un dedo. Decidí continuar porque eran apenas las 2:30 de la tarde y quería alcanzar los 4000 m. de la cima en el día. Bueno, la carpa aguantó lo más bien, es una Hannah Attack la que estoy utilizando.

El primer día que entré a Bolivia por Villazón tenía un cierto temor a cómo sería la gente, si habrían asaltantes, si querrían a los chilenos, etc., etc., es decir desconfianza. Pero lo mismo me pasó cuando entré pedaleando por primera vez a Argentina por el paso Libertadores. Creo que es normal sentir eso y más aun cuando se está solo.
Desde Villazón tomé una ruta alternativa para ir a Tupiza, ya que la normal tiene mucho tráfico por los vehículos que van a Potosí y a Tupiza, e iba a quedar como berlín de empolvado, además a "muñeca" no le gustan mucho los vehículos más grandes que ella. Así que me fui por una quebrada preciosa con grandes paredones, ahí me di cuenta que estuvo demás haber pagado la visita a Talampaya en Argentina. En Chipihuayco me quedé en la casa de un profesor y después que agarramos confianza me dijo: "Sabes, no pasan muchos extranjeros por aquí, quizás mañana podrías ir a hablar con los niños de la escuela y nos cuentas algo de tu cultura y de la visión que se tiene en Chile sobre la Guerra del Pacífico." "Hemmm, claro, aunque no recuerdo muchos detalles de la Guerra del Pacífico". Al día siguiente en la mañana fuimos a la escuela y estaba toda la secundaria reunida en una gran sala. Les hablé del viaje, dibujé un mapa improvisado de Chile, Arg. y Bolivia mientras pensé en voz alta "más peligroso que chileno haciendo mapas" y todos largaron a reir, de ahí ya me los gané. Les mostré dónde vivía, que en Chile hay 13 regiones, que somos 15 millones, clima, que también hay Altiplano, aymaras, quechuas, atacameños extintos, mapuches, que detuvieron a los Incas en el Maule, también a los españoles en el Bío-Bío, que yo vivo cerca de ahí, que se llevaron el oro de potosí, que a nosotros también nos cagaron, que somos un solo pueblo latinoamericano, etc., etc. No hablé de la Guerra del Pacífico porque nunca se dió a lugar para eso, pero sí les opiné que todas las guerras nacían por la ambición de los recursos. Después de la foto me despedí del profe y sus alumnos, ellos quedaron en clase y yo seguí pedaleando por el lecho del río rumbo a Tupiza. Luego de unas horas pedaleando divisé una gringa a caballo con un guía boliviano, era Beverly que había salido a una cabalgata por la quebrada desde Tupiza, adonde había llegado en bus en su rumbo a Potosí.
Esta mañana salí de la carpa y hacía mucho frío a causa del viento. Pedalié con los guantes largos, parka y pantalones de lycra. Después de bajar la cuesta y empezar a subir la otra, se me quitaron las ganas de pedalear. Estaba pensando en eso cuando pasó un jeep, se detuvo y me ofreció llevarme. "Aun faltan 150 km. hasta Atocha y no tienes ningún poblado entremedio", me dijo. No tenía ganas de alegar, así que fui fácil. Subí la bici y los bolsos y nos fuimos subiendo gente en el camino hasta llegar en un par de horas a Atocha. He ahí que tuve un gran descubrimiento personal. No me había dado cuenta antes en todos estos años y es que, a diferencia de lo que pensaba, yo soy muy dependiente de los amigos y de las personas en general. Es por eso que esta tarde me quedé pensando en Atocha acerca de mis sentimientos y concluí que si quiero seguir haciendo este viaje deberé tomar una de las siguientes opciones:
1.- Encontrar un compañero de viaje.
2.- Modificar la ruta hacia lugares más poblados con internet, cine, etc. El problema es que en las grandes ciudades acecha otro peligro, los hombres.