domingo, junio 11, 2006

Junio 09, 2006. Antofagasta, II Región, Chile.

En Uyuni traté de encontrar un inflador bueno, pero no encontré. En cualquier caso daba lo mismo, pues no tenía muchas ganas de seguir pedaleando más solo por esos desolados lares. Por otro lado, ya me quedaban menos de 200 USD, comencé a extrañar amigos, novias y familia y sumado al hecho del frío intenso que comenzó a arreciar junto con el viento, decidí que lo mejor era volver a Chile. De ese modo podría intentar vender algunas de las cosas que no voy a utilizar por un buen tiempo, tratar de encontrar un trabajo por un corto periodo y aprovechar la estadía para ver a toda mi gente. Eso fue en definitiva lo que me convenció a volver. Ya tomada la decisión, fui a averiguar por transporte y me encontré con que el tren y los buses a Calama salen los mismos días lunes y jueves de madrugada, y como era lunes en la tarde tendría que esperar 3 días más para irme por esos medios. Averigué y averigué hasta que encontré un carro de turismo que llevaba gente a san Pedro de Atacama a través del Parque Eduado Avaroa y que me llevaría por una tarifa más baja hasta la Laguna Verde en la vertiente oriental del Volcán Licancabur. Como el carro salía a las 15:00 hrs y eran recién las 11:30 hrs., ordené todas las cosas de la habitación en la que estaba y me fui a la plaza a leer un libro mientras abría mi ajedrez a mi lado y esperaba que algún gringo sediento de victoria me desafiara a una partida y accediera a jugar después que le explicara que el jugar conmigo tenía un costo de cooperación para mi viaje y bla bla bla....y que en caso de que él ganara le sería por supuesto devuelto. Usé este método porque me quedaba justo el dinero para el pasaje y un par de bolivianos más, en Uyuni no había cajero automático y aun no había almorzado nada.....Bueno, al rato se acercó una persona y después de jugar me dió 5 Bs., otro rato más y se acercó una chica holandesa la que me invitó un café. Con eso cubrí mi necesidad alimenticia de esa tarde.
Cargamos los bolsos de 3 pasajeros más, los bolsos míos, la bici y nos fuimos rumbo al sur. El camino iba primero rodeando la periferia sur del Salar de Uyuni y luego nos fuimos directamente hacia el sur acercándonos a la Cordillera de Lípez. Esa noche llegamos a Villa Mar y después de cenar nos acostamos inmediatamente ya que al otro día saldríamos a las 05:00 hrs. Nos quedamos dormidos y al final salimos casi a las 05.30 hrs., hacía un frío tal que apenas entramos al carro nuestra respiración se congeló en el parabrisas y tuve que raspar con mis guantes mientras el chofer maniobraba para salir. Al rato un ruido raro, se había soltado un tapa en la parte inferior del jeep y nos bajamos para ayudar a reparar. El pobre chofer solo tenía su camisa, un chaleco delgado y una casaca ídem, cuando terminó de apretar las tuercas tenía las manos cuasicongeladas. Por suerte salió el sol pronto y entramos todos en calor. En Laguna Verde tomamos desayuno, los otros pasajeros se fueron en carro a San Pedro y yo me bajé ahí para cambiarme de ropa y hacer el último tramo de la primera parte de mi viaje, en bicicleta. Como ya no hacía tanto frío me puse mis pantalones de lycra, el capilene superior más la tricota, el cortaviento y los guantes largos windstopper. Estábamos cerca de los 4200 msnm., y solo me quedaban unos 300 m. más de altura y después todo sería bajada hasta los 2400 msnm. de San Pedro. Mientras pedaleaba lentamente, iba recordando que hace 2 meses atrás había dejado Chile para entrar a Argentina por San Juan y que en todo ese tiempo no había escuchado hablar a ningún chileno a excepción de uno que encontré en Salta. A pesar de que me habían tratado bien en Argentina y Bolivia, hay ciertas diferencias culturales que nos hacen añorar la patria y el lugar. De repente ya estaba cerca de la aduana Boliviana, hecho este último timbraje de salida ya estaría fuera de Bolivia y en unos cuántos metros más estaría en Chile, mi hogar y mi gente. Ahí estaba, bienvenido a Chile, la emoción me embargó y mis ojos se inundaron al momento que lanzaba una carcajada y gritaba un Viva Chile!!!!!!! aunque yo fuera el único que lo escuchaba. Al rato ya podía divisar la falda SE del Volcán Licancabur y en otro poco más ya vi el primer camión proveniente del Paso Jama. "Mira muñeca, asfalto, mira muñeca!!!!, le grité, me puse la casaca que solo dejaba las gafas descubiertas y comencé el raudo descenso a 60 km/h. hacia San Pedro. Al sur, a mi izquierda, iban apareciendo los volcanes Llullaillaco, Socompa y a mi derecha cada vez más el Licancabur en toda su dimensión. Al frente se divisaba la Cordillera de Domeyko y la de la sal y en sus pies el verde oasis de San Pedro y de Toconao, separados sólo por un inmenso charco de colores blancuscos y amarillentos, el Salar de Atacama. Adelantaba camiones, levantaba mis brazos, me tocaban la bocina, sentía el viento frío entrar por el huelgo entre mis guantes y la manga no ajustada, pero todo era perfecto,......todo fue perfecto. Alcancé los 45 km hasta la aduana chilena en menos de 1 hora desde la cumbre, aquí, 2000 metros más abajo hacía calor, así que comencé a sacarme algunas de las capas que traía puestas encima mío mientras llegaba el policía que había de timbrarme mi entrada. El policía no llegaba, así que fui a buscarlo, "acá tengo mis derechos", pensé.
- ¿Nacionalidad?.
- Chilena!, contesté y le sonreí. Y me devolvió la sonrisa junto a mi pasaporte timbrado.
Sobre su cabeza, atrás en la pared, estaba la fotografía enmarcada de Michelle Bachelet. Pienso ahora en todos aquellos que estuvieron tanto tiempo fuera de su patria, expulsados injustamente y en la tremenda emoción que debieron haber sentido cuando estaban al igual que yo, parados frente a esta ventana recibiendo su pasaporte.


FIN PARTE I